
La cadencia con la que el presentador desplaza los alimentos por el filo, el color de esos tomates, el jugo de las cebollas, el relieve del apio amputado con precisión quirúrgica y el brillo del acero inoxidable al enjuagarse con tanta simplicidad, hacen que cualquiera pida dos de esos en el acto.
Lo vi y por primera vez compartí las teorías de los pensadores apocalípticos.
Si no querés gastarte la guita en las pelotudeces más hermosas que ofrece el mercado, no veas TV Compras. Te lo advertí.
Puntaje: 1 (malestar estomacal, pero con gusto)