18/9/08

Rosas rococó con tetra

¿Sabías que si hacés un asado en tu casa no es lo mismo preparar una mesa con cabecera inglesa que francesa, y que eso depende del grado de cercanía que tengas con los invitados? ¿Conocés la diferencia entre un brunch, un baby shower, un cocktail, un vernissage o un shower tea?
Yo ya intuí que algo no estaba haciendo bien mientras limpiaba el vómito del guanaco del Leo, después del último viernes que nos juntamos en casa. Esa vez también la incautaron el auto al Benja cuando volvía a su hogar, envuelto en una nube de fernet.
Por suerte, acaba de salir Cómo organizar eventos exitosos y fiestas inolvidables (Editorial Aguilar), de Alicia del Carril y Elisa Gill.
En esta obra sobran consejitos para que hagas lo que hagas –desde un cumple hasta Rock in Río-, seas la envidia de Mirta Legrand.
Por eso, si por ejemplo querés pasarla bomba en una despedida de soltero, tenés que seguir al pie de la letra las instrucciones. Para las mujeres se sugiere “un viaje con amigas a un centro de spa o a un minispa con clases de make up, masajes y tips acerca de imagen y vestuario”. O “tragos, pizza o sushi party” o “bridal shower” e incluso un “mom’s shower tea”, encantadoras costumbres norteamericanas y europeas en las que la novia comparte té y anécdotas y recibe regalos de amigas y madre.
Para los hombres, en cambio, proponen hacer “un asado, con picado de fútbol y anécdotas varias”, o actividades recreativas como “pesca, caza o paintball”.
Las autoras, dos porteñas a las que les vendría bien pasar una noche con el Leo y el Benja, desmintieron estar trabajando en la versión del libro que se venderá fuera de Pilar, titulado “Paco, tetra y putas: cómo organizar la partuza perfecta sin resaca ni detenciones”.

Puntaje: 2 (vómito, del Leo)

6/9/08

No hay avioneta que valga

Un agobiado Juan Carlos Lecompte me recibió en su casa el jueves 6 de marzo, hace seis meses exactos. Fue en el mismo departamento que compartía con su esposa Ingrid Betancourt el día que la secuestraron, el 23 de febrero de 2002.
Sentado frente a un ventanal desde el que se divisiba el centro bogotano, en lo alto de la zona residencial El Castillo, el hombre masticaba un poco de angustia, otro de bronca. Puteaba contra el presidente Uribe, se removía en el sillón, buscaba convencer de su voluntad por hacer todo lo posible para liberar a Ingrid.
Se levantó de repente, apagó el cigarrillo, caminó hasta una caja repleta de fotos, sacó una y me la alcanzó. Era la imagen de los dos hijos de Betancourt: dos veces al año, Lecompte alquilaba una avioneta particular para arrojar miles de esas copias sobre la selva, con la esperanza de aliviar el tormento de su mujer.
No se sabe si ella alguna vez vió las fotos. Lo que sí se supo hace dos meses, el mismo día que la rescataron, fue que Lecompte ya no estaba entre sus planes.
Vaya a saber qué sentimientos encienden y apagan seis años de ausencia.
Ninguna acción hubiera modificado el desenlace amoroso, salvo la de ahorrarse la fortuna que cuesta alquilar una avioneta.
Moraleja: si ya te revolvieron el guiso, no hay gestos caros que valgan.