
Seguramente algo similar a los usuarios del A5 de la ciudad de Córdoba, que si no son tan inteligentes como para absorber conceptos del tiempo mientras permanecen en las paradas, después de algunos meses, clavado que llegan a percibirlo en la piel.
A veces las demoras son de 20 ó 25 minutos, aunque en un día normal pueden llegar a 40, si una de las unidades se averió. Claro que la que venga a los 40 minutos lo hará como estómago de Tota Santillán tras el festejo después de sacarse el by pass gástrico que tanto le molestaba.
Todo esto tiene un lado bueno: el que consigue subirse a uno de estos colectivos experimenta, si no lo mismo que Parménides, lo mismo que Arquímedes tras descubrir que todo cuerpo que se sumerge en un líquido experimenta un empuje de abajo hacia arriba igual al peso del volumen del líquido desalojado: ¡Eureka!
No tomes nunca el A5. Ahorrá para taxis, aunque dejes a tus chicos sin leche. O comprate una moto pedorra en cuotas, de esas que están tan de moda. Y si no podés ninguna de estas dos cosas, relajate y gozá.
Si alguna vez hay una revolución, me anoto para dinamitar los A5. Hasta entonces no seré feliz.
Puntaje: 3 (Dolor de huevo)